Todos damos por hecho que las Navidades son una época para ganar kilos, pero los excesos de una semana no explican la progresión de la epidemia de obesidad a nivel mundial. Somos conscientes de los perjuicios que provoca en nuestra salud el consumo de grasas, pero no somos tan conscientes del consumo excesivo de azúcar en la dieta diaria. La OMS recomienda un máximo de 25 gramos de azúcares añadidos al día, aunque en realidad la cantidad recomendada es cero. Ya obtenemos toda la energía que necesitamos de la fruta, los cereales y las legumbres, que forman parte de la renombrada dieta mediterránea. Y sus efectos perjudiciales son contrarrestados por la presencia de fibra.
La profesora del Departamento de Matemáticas Eva Bravo León planteó un trabajo a su alumnado de 1º A ESO, 2º A y 2º B2 ESO y 3º B1 ESO que sería realizado durante las vacaciones navideñas. El trabajo pretende provocar la reflexión sobre la cantidad de azúcar que ingerimos diariamente y sobre el peligro del exceso en su consumo. Para ello, debían completar los siguientes pasos:
1) Seleccionar un producto que tuvieran en casa que contuviera azúcar añadido (excepto la miel o la leche).
2) Ser originales Comparar varios productos antes de empezar y seleccionar el “peor” de ellos. Más de un 5% de azúcar se considera moderado, y más de un 10%, alto.
3) Si el producto se presenta en varios tamaños, seleccionar el mayor de ellos (un litro de zumo en lugar de un envase pequeño).
4) Hacer fotos de la etiqueta, los ingredientes y la información nutricional.
5) Calcular cuánta azúcar hay en una ración y cuánta en el envase entero.
6) Indicar qué porcentaje de la cantidad diaria máxima recomendada contiene una ración de ese producto.
7) Colocar toda la información en un folio de colores o media cartulina.
Con los trabajos resultantes se ha realizado una exposición en el centro, que ha sido visitada por todo el alumnado. Con esta actividad, además de mejorar el cálculo matemático, se pretende hacer reflexionar a los jóvenes sobre la cantidad de azúcar que ingerimos de forma inconsciente cada día y sobre los perjuicios que ello conlleva para nuestra salud.